La picaresca llega al certificado energético
- Desconfíe si le garantizan la máxima nota o realizan el estudio a distancia
- Los expertos calculan que los precios deben situarse entre los 200 y 300 euros
.
Al ser éste un país de pícaros, a nadie le extraña que incluso
antes de que fuera obligatorio para todas las casas que se vendan o alquilen
disponer de un certificado energético, surgieran empresas y profesionales que
ofrecían sus servicios a precios sensiblemente más bajos de los que se marcaron
como más probables, si bien en esta materia existe libertad de tarifas. Sí
sorprende “lo rápido que se ha producido ese cierto mercadeo del certificado
energético”, admiten algunos profesionales.
En principio, “una rebaja generalizada de precios no es mala en
sí misma”, admite el director del Instituto para la Diversificacion y Ahorro de
la Energía del Ministerio de Industria (IDAE), Fidel Pérez Montes; el problema
es si esa rebaja de tarifas va acompañada de prácticas cuanto menos
sospechosas.
Así, por ejemplo, el Colegio de Aparejadores
de Madrid ha detectado algunos anuncios publicitarios que garantizan la máxima
calificación (A) si se contrata la certificación energética con la empresa
anunciante. “Algo que convierte el certificado en una mera trivialidad cuando
se trata de una iniciativa crucial si queremos reducir las emisiones
contaminantes y lograr viviendas y edificios más eficientes”, asegura Jesús
Paños, presidente de dicha organización colegial.
Otras prácticas que comienzan a convertirse en
habituales son las que consisten en ofrecer realizar la certificación del
inmueble a distancia. “Eso no se puede aceptar de ninguna manera”, afirma José
Antonio Galdón, presidente del Consejo General de la Ingeniería Técnica ,
quien explica que el propio real decreto que regula la certificación exige la
visita al inmueble del profesional capacitado y previamente autorizado
(recuerden que no todos tienen potestad para realizar esta clase de estudios).
Entre 200 y 300 euros
También se han producido visitas de
determinadas empresas a comunidades de vecinos que ofertan precios mucho más
bajos si proceden a realizar la certificación de todas y cada una de las casas
que componen la finca, frente a la tarifa que aplicarían si solo emiten el
certificado para una minoría. “En este caso, la diferencia de precios es lógica
porque la fachada es común a todas las casas de un mismo edificio, los cerramientos,
el aislamiento acústico, se pueden ahorrar algunos costes”, admite Galdón.
Sin embargo, el presidente del Consejo General
de la Ingeniería incide en que para una sola vivienda, “yo desconfiaría de
quien oferte el certificado por 80 euros, ya que solo el desplazamiento del
profesional, la toma de medidas y los cálculos que debe efectuar superan ese
coste. Las tarifas con las que se está trabajando entre los 200 y 300 euros por
vivienda”. Caro o barato, el Gobierno insiste en que el certificado debe ir
firmado por un profesional acreditado, con seguro de responsabilidad civil.
Además, llevará a cabo inspecciones y sancionará a quienes incumplan la
normativa.
Primero el coche, después la lavadora y por
fin la casa
Ahora es impensable que cualquiera que vaya a comprar un
coche no compare los consumos que le indican los fabricantes de todos los
modelos que le interesan (exceptuando aquellos que quieran un automóvil
concreto y no estén dispuestos a cambiarlo por otro). Tampoco parece razonable
escoger cualquier electrodoméstico de uso frecuente (frigorífico, lavadora o
lavavajillas) sin valorar el ahorro que supone en la factura energética que
tenga una calificación u otra. Pues eso mismo persigue el Ejecutivo con la
certificación de viviendas y edificios. Para evitar aquello de “no puedo poner
la calefacción en toda la casa porque no hay quien pague la factura del gas”,
el Gobierno se ha comprometido a cambiar la cultura actual y concienciar a la
población del ahorro que puede obtener si su piso está bien acondicionado.